martes, 23 de agosto de 2011

3 viajes por Andhra Pradesh

La APTDC es la oficina de turismo de Andhra Pradesh, el estado del cual Hyderabad es capital. Ofertan viajes dentro de la provincia a un precio bastante asequible y mucha gente de aquí suele hacer uso de este servicio para conocer mejor la provincia donde vive, como nosotros.

El primer viaje que realizamos con APTDC fue bastante emocionante, sobre todo gracias al factor novedad, ya que no sabíamos cómo iba a ser. El minibus sin aire acondicionado salió por la mañana, y tras unas horas de viaje y una parada para comer, llegamos a Alampur. Es un pueblo con varios templos y muchos monos campando a sus anchas... con mucho atractivo. En un templo, junto a los demás viajeros, participamos en una ceremonia consistente en dar tres vueltas al templete, beber un jugo azucarado y recitar un mantra para posteriormente recibir la bendición con unos granos de arroz sobre la cabeza, un bindhi (ver entrada "Bindhi" del blog), unas pulseras, pétalos y un par de limones como regalo. Tras otro par de horas rodando por una carretera llena de baches y tierra llegamos a Mantralayam rozando la noche.

El trayecto nos regaló una insulsa visión del estado que habitamos, con parajes áridos y sin mucho atractivo para los sentidos. Ya en este pueblo visitamos el centro de peregrinación del gurú Raghavendra Swami, que es un templo donde acuden personas de todas partes a rendir tributo al fallecido gurú. Más que un templo, parecía en Carrefour de los templos, ya que desde todas las pantallas de televisión en el recinto se podía seguir al momento todo lo que allí acontecía. Al entrar, me hicieron quitar la camiseta como todos los hombres y la verdad es que lo agradecí, ya que me hizo sentir más cercano a lo que estaba pasando a mi alrededor, sin ningún pudor y con el máximo respeto, a pesar de mi barriga fluorescente en contraste con el tono de piel de los hindúes. Tuvimos la fortuna de contemplar cómo sacaban en "procesión" el trono de oro (hay otro de plata y otro de madera) que la gente había pagado por ver dar vueltas al claustro del templo con gran excitación y rodeado de policías literalmente "acordonando" el recorrido con una soga para que los fieles no invadieran la "calle". Al salir del templo y junto al grupo, entramos en un edificio adyacente para cenar... por 2 rupias!!! Evidentemente, no era un restaurante a la carta, sino arroz vegetariano que los monjes de allí cocinan para los fieles, pero... por 2 rupias!!! Que alguien por favor (para sus adentros) haga la conversión a euros (o céntimos más bien)!!!

Tras un breve paseo por el pueblo, volvimos a la habitación, que no era precisamente una suite... sólo comentar el detalle de que, al poner el ventilador del techo, conchones de pintura caían silenciosos pero amenazantes, entre paredes que necesitaban a gritos combatir la humedad de alguna manera y de forma urgente. A la mañana siguiente y tras un discreto desayuno en el pueblo y a nuestro aire, de vuelta a Hyderabad con una breve parada en unos campos de algodón y "lady finger" (un vegetal curioso con la forma de un pimiento y piel como la de un melocotón, muy apreciado para hacer curries), una breve oración en un templete dedicado a Sai Baba a pie de carretera y una rápida comida de camino.

El segundo viaje fue a Nagarjuna Sagar, un lago al sur de nuestra ciudad. Salimos por la mañana temprano con una inexplicable parada para desayunar a la media hora, y tras un par de horas más de trayecto hicimos una parada en el complejo que la APTDC tiene a orillas del lago. Quizá fuera porque no hacía un día de los más idílicos que hemos tenido el placer de gozar o quizá porque el lago parecía un embalse más de los tantos que ya hemos visto y que han pasado por nuestra vida como un discurso de Navidad del Rey (sin pena ni gloria), no presentábamos mucha expectación en lo que íbamos a ver. A las 12, a comer sin mucha hambre, ya que por el camino ya íbamos dando cuenta de los víveres de los que veníamos abastecidos y afortunadamente, la comida aquí no era especialmente exquisita, a decir verdad. Luego, desde aquí nos fuimos al embarcadero del lago donde tras una larga, pesada y calurosa espera logramos embarcar entre empujones, abuelas que se colaban y un hastío bastante desmotivador, provocado sobre todo por el nefasto guía que nos había tocado.

El viaje en barco tenía como meta una islita donde sólo había un museo y tras un par de anécdotas dignas de contar "entre cañas", volvimos al embarcadero otra vez, rozando el atardecer. Sólo nos quedaba visitar las cataratas, pero era ya prácticamente de noche, con lo que dedujimos que no las podríamos ver. El caso es que llegamos a las cataratas y sin luz, pero al entrar al recinto observamos que había un sistema de iluminación para las mismas, pero como las instalaciones eléctricas son tan estupendas aquí, sólo pudimos verlas iluminadas dos minutos porque se fue la luz. En la cantina, nada normal que comer, así que las ganas de volver a casa se incrementaban por momentos. Al llegar a Hyderabad sentí un gran alivio.

Y con mucha suerte puedo comentar que el último viaje que hemos realizado ha sido con diferencia el mejor de todos y, por supuesto, lo repetiremos (a poder ser, con amigos). El viernes por la noche, sobre las 21:30, cogimos el autobús en Basheer Bagh, y al poco de subir, un servidor se quedó totalmente dormido, como un niño pequeño. Despertamos por la mañana al llegar al complejo Haritha (así se llaman todos) de la APTDC en Bhadrachalam para una hora de aseo en una habitación que la organización ponía para nuestro uso y disfrute... una hora que aprovechamos para echar una siesta en una cama, como Vishnú manda, tras una noche maldurmiendo en el bus, esta vez con aire acondicionado (y sus nefastas consecuencias para la garganta, aun a pesar de ir tapado). Tras la llamada desde recepción, bajamos al bus para ir al templo de Rama en esta localidad. Tras haber visitado ya otros templos, éste parecía algo más austero que los demás, pero tenía su atractivo, y al finalizar la visita, otra vez a Haritha, pero esta vez, para un desayuno picante (en el sentido más literal de la expresión). Ahora tocaba excursión a Parnasala, donde visitaríamos el templo-aldea donde Ravana, en sueños, abdujo a Sita, la novia de Lord Rama. A la salida nos cautivó una niña preciosa con ojos enormes y que, tras darle un caramelo, seguía sin soltar prenda... nos quedamos con ganas de llevárnosla a casa. Otra vez, de vuelta a comer a Haritha una excelente variedad de platos vegetarianos donde evidentemente encontré mi querido Dal Fry, del cual di buena cuenta con tres platos generosamente acompañados por arroz.

Ahora sí, y todos en el autobús, nos dirigíamos al barco que nos llevaría a Papikondalu. Yo caí dormido nada más entrar en el autobús, y cuando Ana me despertó al llegar... tremenda sorpresa! De repente, el paisaje se había tornado en una selva majestuosa que nos regalaba los sentidos con un verdor reluciente. La bajada al barco, entre árboles y arena, prometía que este viaje iba a ser inolvidable. Esta vez, el barco era sólo para nuestro grupo, sin empujones ni prisas, y con sitio más que suficiente para todos. El trayecto era delicioso, navegando entre montañas pobladas de esplendor, como los primeros minutos de Jurassic Park, cuando van en helicóptero a la isla de los dinosaurios... observando aldeas con chozas de bambú a ambos lados del cauce y sus habitantes disfrutando de un baño en las aguas del sagrado río Godavari entre su quehacer diario, sin electricidad ni todos esos utensilios que creemos necesitar. Llegamos así a un conjunto de cabañas de bambú junto al río, con vacas en la playa y una agradable tarde a Kolluru, donde haríamos noche. Tras la asignación de nuestra cabaña, intentamos tomar un café pero nuestro pequeño y gracioso con la vaca Manolita (la bautizamos así) lo hizo algo imposible. Nos hicimos unos amigos con los que compartimos una agradable charla bajo el techo de nuestra choza mientras llovía. Tras esto, una agradable cena, algo de conversación y a dormir. Hubiera sido ideal compartir momentos agradables con los nuestros allí, entre una hoguera, unas copas y unas buenas risas.

A la mañana siguiente y madrugando, acudimos a desayunar y tras el (otra vez) picante desayuno, a hacer un trekking hasta unas caídas de agua donde nuestros compañeros de viaje aprovechaban a bañarse (ellos en calzoncillos y ellas en saris), y nosotros, a sacar fotos del paisaje mientras nuestra piel se quemaba sin darnos cuenta (no pensábamos que iba a hacer tanto sol ni tanto calor). Al volver de la "miniexcursión" sólo eran las 10:30, con lo que descansamos un poco en la choza (que por cierto se estaba muy agustito, ya que corría bastante el fresquito) hasta la hora de la comida. El tiempo acompañaba a la perfección y dondequiera que miraras, la majestuosidad de la naturaleza que nos rodeaba nos invitaba a quedarnos más tiempo allí, pero lamentablemente después de comer debíamos volver. Alguna gente de nuestro grupo, al pasar por cerca de nuestra choza, nos recordaba que la comida estaba ya lista, así que aprovechamos para darnos una ducha admirando una de las agradables montañas a nuestro alrededor. Ya fresquitos, degustamos nuestra última comida en Kolluru y nos preparamos para la vuelta. En el trayecto de vuelta paramos en una aldea a la ribera izquierda del Godavari donde entramos a un discreto templo y compramos algo de artesanía hecha por los lugareños a base de bambú. El resto del crucero fue muy agradable, y disfrutamos del sol en la proa mientras nos tomábamos un café entre colosos frondosos de color esmeralda diciéndonos adiós. Al hacer tierra, foto de grupo y otra vez de camino al Haritha de Bhadrachalam a cenar. Sobre las 21:30 emprendimos finalmente la vuelta a Hyderabad, donde llegamos a las 5:30 de la madrugada. Sin duda, repetiremos este viaje... estas líneas desgraciadamente ni se acercan a la sensación de relajación y placer que sentimos mientras lo vivimos... ojalá algun@ de vosotr@s pueda estar aquí con nosotros para disfrutarlo.

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