martes, 30 de agosto de 2011

Ramadán... ding dong!!!

Anoche mi amigo Harish llamó preguntando qué íbamos a hacer: terminaba Ramadán y debíamos comer Haleem otra vez, ya que era el último día. El Haleem es una comida especial (y especiada) típica de Ramadán, que se parece a las papillas de estofado, cocido, etc. que mi madre me hacía cuando me operaron de la boca. A decir verdad, está realmente bueno, pero contando con mi anterior experiencia no me apetecía mucho, ya que aquella noche fue toledana para mí y mi estómago. Es un plato hipercalórico que se hace desde la mañana en hornos de leña expresamente hechos para tal propósito y que se puede obtener prácticamente en toda la ciudad, siendo por recomendaciones de los lugareños Pista House en Tolichowki y Shah Goose cerca del Charminar los mejores sitios para degustarlo... éste último ha ganado en el concurso anual que se calebra en la ciudad para galardonar al Haleem más rico. Está elaborado fundamentalmente a base de carne, que al estar cociendo todo el día, termina teniendo una textura de puré. Además, que yo haya podido apreciar, lleva hierbabuena, algo de comino y canela. Lo que más se utiliza es cordero o cabrito, pero también lo hay de pollo, y me suena que hasta este año han lanzado el vegetariano, pero al parecer no ha resultado muy exitoso. Tras unos instantes de duda, nos decantamos por Haleem, pero en el barrio.

Descubrimos que vivimos probablemente en el barrio más castizo (nunca pensaría que fuera a emplear esta expresión aquí) de Hyderabad, y la calle principal (First Lancer) estaba abarrotada de musulmanes y musulmanas con sus mejores galas, mientras puestos de ropa, comida, etc. flanqueaban las calles hasta el final de nuestro vecindario. Tras comprarme un polo por poco más de un euro y llevarnos 2 juegos de sábanas y una alfombra por poco más de 15, decidimos que como ya había sonado la sirena hacía un par de horas (que avisa que "ya se puede comer"), la mejor opción sería cenar en un sitio del barrio que del todo no tenía mala pinta y donde además nos podíamos sentar.

Rodeados de lugareños y cohabitantes de Ahmed Nagar (Masab Tank, nuestro barrio), al principio llamamos la atención por ser occidentales, pero unos minutos después nos habíamos ya mimetizado entre los comensales. El Haleem estaba sinceramente exquisito... ni muy fuerte ni muy picante ni muy caliente: en su punto. A eso le añadimos un plato de biryani del que prácticamente di cuenta yo sólo, con el excelente sabor de una salsita que a mí me recordaba al Dal pero que no era Dal (ya hablaré en otro post del Dal, al cual adoro). Y para terminar, un par de Chais (té con leche... típico de aquí) y un dulce del cual no recuerdo el nombre pero que estaba muy bueno... era como una especie de sobao pero seco, aunque mojado en el Chai estaba muy sabroso. Pagamos la cuenta (150 rupias... unos 2'50 euros por los dos) y compramos unos dulces para llevarnos a casa.

Para completar la noche, nos dimos un paseo y nos compramos cada uno un frasquito de perfume de aceite, envasado en un tarrito de cristal con roll-on para esparcir mejor la fragancia, por casi 3 euros ambos. Pasamos también por un par de tiendas de pulseras (aquí son muy comunes), pero con gran pea, no tenían del tamaño de la muñeca de Ana, ya que aquí las mujeres son muy menudas y cuando las ves, sueles pensar: esta mujer debería comerse un buen bocadillo. Tras el fallido intento de las pulseras, decidimos volver a casa, y justo antes de girar a la izquierda para encarar nuestro edificio, vimos que habían puesto una jaima para hacerle la henna a las mujeres, con lo que mi cónyuge decidió hacerse las manos.

Mientras Ana compartía cultura con las "chicas del barrio", yo decidí hacer vida de hombre de barrio, así que charlé un rato con los maridos que allí a la puerta esperaban como yo. Como es normal, la ronda habitual de preguntas (de dónde eres, dónde trabajas, cuánto cobras y de qué religión eres... son de las favoritas), y por mi parte, la ronda habitual de respuestas. Nayeem, nuestro amigo de la tienda de al lado (donde compramos agua, recargamos los móviles, etc.) me llamó, y allí estuvimos de cháchara hasta que terminaron con Ana, quien no estaba muy satisfecha con el resultado.

A diferencia de otros días, el final de esta jornada no fue especialmente escandalosa como yo esperaba. Conforme se acercaba el final del Ramadán, todas las noches se podía escuchar cómo diferentes personas cantaban a través de los altavoces de los diferentes Masjids (mezquitas) cerca de nuestra casa, y he de reconocer que algunos de ellos cantaban extraordinariamente bien y resultaba muy agradable el soniquete. Anoche el ambiente estaba muy calmado, sobre todo porque "ya se puede comer"... a todas horas.

Esta mañana, como cualquier otra, esperaba a que mi compañera Donna me recogiera para ir a trabajar, pero a las 8:50 recibí una llamada diciendo que no podía llegar a mi casa y que si me podía coger un auto para ir por otro lado. Al principio no entendí muy bien el porqué, pero al subirme en él y avanzar hacia mi trabajo, gran sorpresa... coches aparcados en doble y triple fila hasta el cruce de Masab Tank, donde bajo la autovía, cientos de musulmanes con su alfombra rezaban al unísono. No llevaba mi cámara conmigo con lo que no pude retratar el momento, pero la verdad es que impresionaba. Al ver que por allí no había manera de pasar, el conductor optó por callejear por detrás de toda la marabunta hasta que tras casi media hora y un mensaje para avisar de la situación al College, llegamos a road number 12 y de allí, todo recto a Shaikpet Nala. Nunca había visto la carretera tan desierta y sin tráfico... ha sido bastante extraño.

Al llegar a trabajar ningún problema, ya que todo el mundo había experimentado lo mismo que yo y había llegado un poco tarde. Curiosamente, este año ha coincidido que el fin del Ramadán se ha acoplado con la festividad de Ganesh (Ganesh Chaturthi), y en mi campus los alumnos recopilaron ayer dinero para comprar una imagen del dios elefante para que presida nuestro colegio, ya que es la deidad de la prosperidad y la sabiduría. Asimismo, parte del personal femenino está elaborando un Rangoli (un mandala en el suelo hecho a base de pétalos de flores de distintos colores) en la puerta de entrada. Tras 10 días, la gente marcha en procesión con su Ganesh para darle una despedida tirándolo al río, lago o similar, hasta el año que viene.

Estaré al tanto de lo que va aconteciendo en esta festividad de Ganesh, pero acerca del Ramadán, esto es todo, amigos... hasta el próximo Haleem!!!

1 comentario:

  1. Joer nene como nos ilustras, que maquina. Oye tio veo que le sigues teniendole amor a la comida y donde vas la disfrutas, pero entonces...¿porqué cojones te estas quedando tan seco?, que en todas las fotos que veo te faltan de 6 a 8 kilos diría yo.

    Un abrazo bro!

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