"No queda verde, pero le puedes poner azul... ¿te imaginas unas naranjas azules?"
Siempre me acordaré de esas palabras, y de cómo me guiñó el ojo, mientras yo pintaba mi primer dibujo, con 4 o 5 años, con pincel y sobre un cartón. ¿Y por qué no? Las cosas no siempre tienen que ser como las vemos, me decía, aunque a ella le gustara pintar lo que veía y cómo lo sentía.
Tenía un ojo increíble para mezclar los colores con un rápido giro de muñeca... unos trazos cortos y precisos, aportando puntilladas de óleo que al final dejaban una textura en relieve que hasta daba vida a la flor que hubiera allí plasmado. O los bodegones, donde cada producto se realzaba con su volumen, y su luz muy bien definida. Y me fascinó cuando, para su casa de muñecas, pintó cuadros en miniatura para colgarlos por las paredes de la casita, y con lo pequeños que eran, denotaban mucha precisión.
Varias veces hemos intentado ordenar el cuarto de los cuadros juntos, pero de cada cuadro salía una pequeña historia, que llevaba a otra, y de esa a cualquier experiencia que haya vivido en algunos de los países por los que viajó (quejándose más o menos de la rodilla). Y se nos hacía la hora de cenar, y de repente aparecía alguno de los tíos, primos, etc. pero no había problema porque en un momento se solucionaba y cenaba todo el mundo.
Las "especialités de la maison", para mí: el cocido, el arroz a la olla y las croquetas, con tropezones del cocido. Con esas croquetas se me quemó una cocina, y lo que más rabia me da después de todo no es haber quemado la cocina, sino que no me las comí.
Podría estar así horas y horas, pues afortunadamente una persona con tanto vivido y con tanto amor como ella, da para mucho. Se nombre? Maria Francisca Lafuente Algora; como pintora, MF Lafuente; como abuela, entre los primos: Maripaqui; pero para mí, siempre, mi yaya Paquita.
Siempre me acordaré de esas palabras, y de cómo me guiñó el ojo, mientras yo pintaba mi primer dibujo, con 4 o 5 años, con pincel y sobre un cartón. ¿Y por qué no? Las cosas no siempre tienen que ser como las vemos, me decía, aunque a ella le gustara pintar lo que veía y cómo lo sentía.
Tenía un ojo increíble para mezclar los colores con un rápido giro de muñeca... unos trazos cortos y precisos, aportando puntilladas de óleo que al final dejaban una textura en relieve que hasta daba vida a la flor que hubiera allí plasmado. O los bodegones, donde cada producto se realzaba con su volumen, y su luz muy bien definida. Y me fascinó cuando, para su casa de muñecas, pintó cuadros en miniatura para colgarlos por las paredes de la casita, y con lo pequeños que eran, denotaban mucha precisión.
Varias veces hemos intentado ordenar el cuarto de los cuadros juntos, pero de cada cuadro salía una pequeña historia, que llevaba a otra, y de esa a cualquier experiencia que haya vivido en algunos de los países por los que viajó (quejándose más o menos de la rodilla). Y se nos hacía la hora de cenar, y de repente aparecía alguno de los tíos, primos, etc. pero no había problema porque en un momento se solucionaba y cenaba todo el mundo.
Las "especialités de la maison", para mí: el cocido, el arroz a la olla y las croquetas, con tropezones del cocido. Con esas croquetas se me quemó una cocina, y lo que más rabia me da después de todo no es haber quemado la cocina, sino que no me las comí.
Podría estar así horas y horas, pues afortunadamente una persona con tanto vivido y con tanto amor como ella, da para mucho. Se nombre? Maria Francisca Lafuente Algora; como pintora, MF Lafuente; como abuela, entre los primos: Maripaqui; pero para mí, siempre, mi yaya Paquita.